Por Mario Almirón
Secretario General
SADOP-CDN
Hay que desterrar el mito de que la violencia es solamente física. Los docentes rechazamos y condenamos toda forma de maltrato sobre la mujer y cualquier violación en general a los derechos de las personas.
Como educadores debemos revalorizar la palabra porque es la antítesis de la violencia. Esta última aparece cuando el diálogo pierde peso y significado. En el fondo hay un total desprecio por las personas y la palabra.
Desde todo punto de vista son injustificables estos lamentables episodios de violencia, los ataques a la vida y los femicidios ocurridos sobre las compatriotas.
Los docentes privados nos sumamos al reclamo colectivo, del pueblo, y a la exigencia de Justicia para que se ponga un límite a esta atrocidad. Esto nos mueve a trabajar con ansia, ahínco y con mucha voluntad para evitar que esto se repita.
Justamente evitar que se repita es un tema multidimensional porque no es una cuestión menor que las mujeres alcancen los mismos derechos que los varones. Creemos en los derechos de las personas pero sabemos que en la realidad es ahí en donde se pone en manifiesto que las mujeres no tienen los mismos derechos que la Constitución les reconoce.
SADOP es un sindicato en el que la mayoría de sus afiliadas son mujeres, cuyos salarios, pese a la responsabilidad de la tarea y la calificación profesional que se exige, son más bajos con respecto a otras actividades, en donde predomina el sexo masculino.
Nos preocupa tanto la violencia que se ejerce sobre la mujer como otras formas de intimidación como la discriminación, el maltrato y la falta de igualdad.
Desde el aula tenemos que tratar este tema con toda la seriedad que requiere. Alejarlo todo lo posible de la banalización que uno advierte cotidianamente en los medios masivos de comunicación.
Aspiramos a que no se naturalice la violencia contra la mujer, pero que tampoco se banalice, porque parte del problema que esta sociedad tiene, culturalmente impactada por el neoliberalismo, es la trivialidad de las cosas importantes.
Parece que nombrando “violencia de género” quedamos con la conciencia tranquila. Sin embargo, por debajo de esa frase sigue habiendo aquello que la Presidenta Cristina Fernández llama la batalla cultural, que en el fondo es preguntarnos si es una sociedad igualitaria la nuestra, que da las mismas posibilidades a mujeres y a hombres, a viejos que a niños, a pobres que a ricos. Sobretodo interrogarnos profundamente para ver qué podemos hacer, a través de nuestros gremios, asociaciones, y familia para que esta cuestión no se pase de largo. Hay que hablar de la cultura machista y luchar contra las desigualdades y no simplemente darle un enfoque de espectacularidad televisiva, sino que lo que tenemos que hacer es docencia sobre lo que significa la vida, los derechos de las personas y la igualdad.